Que la publicidad ha cambiado es algo que muy pocos pueden rebatir. La aparición de Internet no solo ha hecho que el panorama publicitario tengo un medio más donde lanzar sus campañas, todo lo contrario, Internet es un medio que ha llegado para cambiarlo todo.
En EEUU existe la falsa creencia de que la seguridad está relacionada con poseer un arma. Este es el punto de partida para la extraordinaria campaña de concienciación social sobre el uso de las armas en EEUU. The Gun Shop.
Siempre he sentido debilidad por las campañas de concienciación social. La publicidad es una herramientas que no solo se utiliza para vender por mucho que algunos profesionales utilicen esta definición algo escueta y típica. Prueba de ello, está la publicidad social. Este tipo de publicidad que busca repercutir en la conciencia de la gente y hacer llegar un poblemática que, todos conocemos, pero que son solo unos pocos los que pelean día a día, para y por, ayudar a otras personas.
Son muchas las veces que encontramos la influencia del cine en la publicidad. Han sido muchos los directores de cine que han trabajado para la publicidad, aprovechando su talento al servicio de lo comercial, cosa que nosotros agradecemos.
El ser humano necesita historias, nos encanta que nos cuenten historias y ya que tenemos que vivir rodeados de publicidad, se agradece que estas historias sean de calidad, bellas y entretenidas.
Dove ha encontrado la línea a seguir en su publicidad comercial. Ya quedaron atrás los años en los que la publicidad solo pretendía vender el producto. Aún siguen siendo pocas las empresas que se han dado cuenta de que la sociedad reclama algo más de las marcas. El caso de Dove es un ejemplo de un buen encauzamiento de la estrategia de comunicación.
Hoy nos toca hablar del maltrato animal en publicidad. Una de las palabras que define al ser humano es la capacidad para empatizar, y de hecho el no tener esta capacidad convierte a la persona en un ser frío, aséptico, neutro, inmóvil y que nos genera un malestar incómodo cuando tratamos con él.
Pero somos así, para lo bueno y para lo malo, nuestra capacidad de empatizar hace que suframos con este tipo de publicidad, porque nos llega, porque nos emociona y porque acabamos con un dulce amargor cargado de razones para apoyar la causa.
Miles de palabras podría utilizar para describir la sensación al terminar de ver esta campaña. Un dulce sabor amargo. Dulce por lo directo del mensaje, por la forma de calar entre nosotros, por concienciar. Y amargo. Amargo por la historia que nos cuenta, cruda, cruel y real, desgraciadamente real. No dejéis de ver esta fantástica campaña. Simplemente, un cine, un caramelo y un secreto. Tremendo.